La escandalosa polémica en torno a la pretendida intención de restauración del Monumento a Cristóbal Colón, y su desplazamiento con destino todavía incierto, dista de ser un hecho aislado. Es sin duda un caso de inusual gravedad, dado que han sido las máximas autoridades nacionales y de la Ciudad quienes han propiciado y avalado el desguace de una obra de tanta importancia artística y simbólica.
Pero nuestros dirigentes por cierto no están solos a la hora de privar a Buenos Aires de su rico patrimonio artístico monumental. Un continuo vandalismo, tolerado por negligencia u omisión ,tanto por las autoridades como por la opinión pública, está convirtiendo el bronce de placas, ornamentos y esculturas en materia prima para la fabricación de tornillos y pomelas, sin prisa pero sin pausa.
Acongoja constatar que el Herakles Arquero de Antoine Boudelle, que se encuentra en la plaza. Dante ha sido muy recientemente, mutilado y despojado de la parte superior de su arco, que completaba su elegante diseño proyectándolo en altura.
Realizada en 1909, es la escultura más conocida del escultor Antoine Bourdelle, quien se formara en el taller de Auguste Rodin, el gran maestro e innovador de la escultura de su tiempo, autor del monumento a Sarmiento en nuestra ciudad, y de numerosas piezas que se exhiben en los Museos Nacionales de Bellas Artes y de Arte Decorativo.
La escultura representa uno de los doce trabajos de Herakles, en el que debe abatir los pájaros del Estínfalo. Otras copias del Herakles Arquero se exhiben en París , en el jardín del Musée de Egreville , en el Musée d’Orsay, el yeso original en el Musée Bourdelle, así como en el Metropolitan Museum en Nueva York, y en el Crow Center en la ciudad de Dallas.
Dos obras más de Bourdelle se encuentran ubicadas en las plazas contiguas: el muy importante monumento a Carlos de Alvear, remate de la avenida del Liberador, y el Centauro Agonizante en las inmediaciones del Museo Nacional de Bellas Artes.
A pocos metros de distancia en la Plaza Rubén Darío, otra importante escultura,
El Segador, tras perder hace ya algunos años el extremo de su guadaña, ha sido amputada últimamente del brazo derecho desde el hombro, así como de todo el resto de su guadaña que le quedaba. Obra de 1896, del escultor belga Constantin Meunier, constituía, junto con El Sembrador, que se ubica enfrente, y a corta distancia en la misma plaza, un conjunto de excepcional importancia artística en el patrimonio de Buenos Aires, instalado en 1931.
Considerado por Ernst Gombrich en su Historia del Arte “el mejor representante de la escultura realista”. Meunier “consigue sustituir a los dioses antiguos y a los burgueses por los nuevos héroes de la vida moderna, los proletarios”.
En 2010, la Galería Nacional de los Museos del Estado de Berlín readquirió en un remate en Christie’s “El Sembrador” de Meunier, considerado la obra más relevante del Modernismo Europeo, para ser exhibida en los jardines de la Kolonnadenhof, en la Isla de los Museos , en el corazón de Berlín. Estos antecedentes no han sido sin embargo bastantes para que el Ministerio de Cultura de nuestra Ciudad las incluyera en el plano del Paseo de las Esculturas instalado en esa plaza .
En Buenos Aires ambas mutilaciones han pasado completamente desapercibidas para la prensa y las autoridades, aunque distan de ser excepcionales: En la plaza Francia, el Monumento de Francia a la Argentina ha perdido una de las grandes placas en relieve que adornaban los cuatro costados de su pedestal, con escenas ilustrativas de la historia de ambos países.
Frente al Museo de Bellas Artes, el monumento a George Canning, ministro inglés , firmante del primer tratado internacional suscripto por las Provincias Unidas del Río de la Plata con una potencia extranjera, ha sido privado de una de sus manos y de dos placas que lo identificaban. En parques vecinos del Rosedal en Palermo, faltan las inscripciones en el monumento a Tiradentes, el héroe del Brasil, tan anónimo hoy como otras dos estatuas, retratos de personajes del siglo XVIII . Al igual que el que se encuentra en la escalinata del frente de la Facultad de Ingeniería, sobre Paseo Colón, sin identificación alguna.
Falta hace ya bastante tiempo, la figura femenina de bronce que presentaba una palma en el pedestal del monumento a Carlos Tejedor, sobre la avenida del Libertador Numerosos ornamentos y placas conmemorativas han sido sustraídas, perdiéndose con ellas información que hace a la memoria colectiva, nuestra historia y nuestra identidad, y a la historia del mundo al que pertenecemos y en el cual vivimos.
Se hace urgente tomar conciencia de la pérdida cultural y patrimonial que estos actos vandálicos conllevan, para denunciarlos, y llamar la atención pública sobre ellos, y para que las autoridades tomen medidas preventivas que eviten que esta situación continúe agravándose.
Instituciones como la Academia Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional de Bellas Artes, y otras podrían hacer aportes para difundir los valores de nuestro patrimonio y generar conciencia sobre las pérdidas irreparables que se están produciendo como un goteo, incesante e inexorable.
“ En el País de Nomeacuerdo, doy dos pasitos y me pierdo”....señalaba, profética, María Elena Walsh.
El olvido de la Historia con sus efemérides, personajes intervinientes y representaciones destacables es una condena al extravío: ...“un pasito para atrás, y no doy ninguno más, porque yo ya me olvidé dónde puse el otro pie”
Fuente: Blog Puesta en valor
Link: http://puesta-en-valor.blogspot.com.ar/2014/07/de-brazos-cruzados-frente-al-vandalismo.html
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