A Seto, de 60 años, lo beneficia el florecimiento de las empresas tecnológicas, igual que a otros choferes que trasladan a empleados de Google, Apple, Facebook y demás firmas. Sin embargo, su salario anual de US$50.000 difícilmente sea un lujo en una ciudad donde los ingenieros en sistemas recién egresados pueden ganar más del doble, y están alimentando un boom que ha puesto por las nubes el precio promedio de la vivienda, hoy superior a los US$850.000.
El alud de nuevos millonarios puntocom está empujando los alquileres y los precios de las casas, dejando el acceso a la vivienda fuera del alcance para muchos. En una ciudad conocida por la tolerancia, el enojo por la desigualdad ha ganado la calle; hubo piquetes a buses de Google, y a uno le rompieron los vidrios en Oakland.
“Es muy difícil para alguna gente”, dijo Seto. “He visto a muchos amigos tener que mudarse, irse a vivir fuera de la ciudad”.
La creciente presencia de autobuses empresarios en San Francisco está en el centro de la tormenta de un debate creciente acerca de la desigualdad de ingresos y del rol de los nuevos ricos de la tecnología en la transformación de la ciudad en un lugar que se vuelve inaccesible para todo el resto. Los alquileres son los más altos de la nación y los desalojos de inquilinos están en su mayor nivel en siete años.
En todo el país, la brecha de la desigualdad está concitando mucha atención. El presidente Obama llamó a la desigualdad “el desafío decisivo de nuestro tiempo” en el último discurso del Estado de la Unión; y el anuario de la CIA World Fact Bookmuestra a EE.UU. en el puesto 41 de 136 países por distribución del ingreso de los hogares. La creciente disparidad entre ricos y pobres detonó el movimiento Occupy Wall Street en 2011.
Para San Francisco, la tendencia ha creado un dilema económico.
Las publicitadas salidas a bolsa de Facebook y Twitter y la afluencia de firmas tecnológicas han traído puestos de trabajo y mayor recaudación fiscal, y han hecho subir la demanda de cenas caras y refacciones millonarias de inmuebles. No hace más de quince días, Facebook acordó la compra de la aplicación de mensajería móvil WhatsApp por unos US$19.000 millones.
El desempleo en la ciudad se ha reducido a menos del 5%, frente al 6,6% a nivel nacional. Sin embargo, el alquiler mensual promedio de un departamento de dos dormitorios subió un 12% en enero respecto al año anterior, a US$3.350, según el sitio de bienes raíces Trulia Inc. San Francisco tiene el segundo mayor nivel de desigualdad en el país, por detrás de Atlanta, según un informe del 20 de febrero de la Brookings Institution.
“Mientras que muchas personas se están beneficiando, especialmente los que se mudan aquí por la industria de la tecnología, a una gran cantidad de habitantes antiguos no les pasa lo mismo”, dijo Erin McElroy, de 31 años, quien ha organizado bloqueos a ómnibus en su carácter de miembro del grupo Eviction Free San Francisco (San Francisco sin desalojos). “Los autobuses definitivamente son un símbolo de un cambio sistémico mayor, y del aburguesamiento”.
Jordan Price, un diseñador de software de 34 años, recientemente trabajó como contratista para Apple y viajó en el autobús desde San Francisco a Cupertino. Dice que los autobuses son el “blanco fácil para una situación compleja”, ya que hasta los programadores bien remunerados pueden tener dificultades para mantener el ritmo del costo de la vida.
Christopher Carrington, un profesor de sociología de la Universidad Estatal de San Francisco y residente desde hace 25 años de la ciudad, ve una brecha culturalentre muchos habitantes antiguos y los trabajadores de la tecnología. Los autobuses alimentan la percepción de que la comunidad tecnológica es insular y distante de una ciudad donde el compromiso cívico se valora. Cita el caso de un amigo que trabaja en Apple y para ir a un bar se sacó la remera de la empresa. “Me dijo: ‘No puedo andar por ahí con esta camiseta, me traerá muchos problemas’”, relató Carrington.
El boom ha sido bueno para el jefe de Seto, Gary Bauer. Factura unos US$20.000 al mes por los autobuses premium que tienen un sistema de seguimiento para que los pasajeros puedan ver a través de una aplicación de smartphone cuándo llegarán.
Bauer dijo que aunque entiende la frustración por el alza del costo de la vida, los autobuses no son el problema, ya que reducen la congestión de la autopista y restringen las emisiones. “La gente tiene que mirar todo el panorama completo en lugar de sólo decir ‘pobre de mí, no puedo darme el lujo de comprar una casa’”, señaló Bauer. “Pero lo entiendo: 95% de mi personal no vive en la ciudad”.
“Todos los booms tiene sus ganadores y perdedores”, dijo John Elberling, vicepresidente ejecutivo de Todco, una constructora de vivienda accesible de San Francisco. “Aun si uno tiene un buen empleo, es posible que no pueda pagarse un lugar en la ciudad”.
Desde el punto de vista del empleo, San Francisco brilla. Mientras que el desempleo neoyorquino no baja del 8% –razón que alimenta el malestar contra las millonarias bonificaciones a los banqueros de Wall Street–, en el área de San Francisco no llega al 4,6%, cuando hace un año estaba en 6,1%, según datos preliminares del Departamento de Empleo de California.
Pero no todos los empleos son iguales. Algunos habitantes ven que el historial progresista de la ciudad está amenazado, en la medida en que quienes no están en empresas tecnológicas quedan fuera del juego. Según el sitio Trulia, sólo el 14% de las viviendas en venta en San Francisco están al alcance de la clase media.
Fuente: Ieco Clarin
Link: http://www.ieco.clarin.com/economia/Protestas-San-Francisco-empresas-tecnologicas_0_1102690094.html
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