Gran conversador, Juan Carlos Pallarols se apoltrona en uno de los sillones de su bella casa-museo de San Telmo y salta de un tema a otro. Gaudí, Alfonsín, Cristina, Messi, Maradona, Africa, Google. No sobrevuela, profundiza. Todo lo dice con pasión. Está metido en varios proyectos a la vez y de todo eso quiere hablar. Pero vayamos por paso. Por estos días el orfebre más famoso del país está bosquejando el que será su gran aporte a la obra de Gaudí: las cuatro torres dedicadas a los evangelistas que formarán parte de la Sagrada Familia de Barcelona. La basílica quedó inconclusa al morir Gaudí, pero un equipo de cuarenta arquitectos planea terminarla siguiendo los documentos que dejó en vida el catalán. “A esta altura de mi vida es un lujo poder hacer algo así, es un gran desafío”, dice el orfebre argentino que en breve cumplirá 72 años.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la Sagrada Familia es el monumento más visitado de España y uno de los preferidos en el mundo. Comenzó a construirse en 1882, pasó por diversas etapas hasta la muerte del catalán, pero se planteó una mega obra para concluirla, y se estima que eso ocurrirá recién en el 2026. La basílica tendrá 18 torres, diez más que en la actualidad. Y cuatro estarán dedicadas a los evangelistas. Esas torres estarán rematadas por las figuras alegóricas que los representan en la iconografía cristiana: San Juan (el águila), San Marcos (el león), San Mateo (el ángel) y San Lucas (el buey). Pallarols ya hizo una muestra en arcilla del águila, posada sobre un libro. Está en su taller, el rincón que más fiel se conserva en la casona centenaria que se asoma a la Plaza Dorrego.
El águila, como las demás figuras, tendrán casi siete metros de altura cuando coronen las torres de la basílica. Y ese tema -el tamaño y su ubicación- desveló a Pallarols durante un tiempo hasta que dio con la solución: “Tengo que hacer las figuras en un material muy resistente, que soporte semejante altura (estarán a unos 135 metros), además de la lluvia, el viento, la cercanía al mar. Y pensé qué tipo de cosas resisten todo eso hasta que encontré la respuesta: los aviones”.
Así, el orfebre se puso en contacto con la empresa italiana que fabrica las alas de los aviones de una conocida compañía de aviación. “Alguien vino a verme acá, a Buenos Aires. Le mostré mis cosas y creo que se tranquilizó, debe haber pensado que yo estaba loco”, cuenta riendo. Así que ahora le toca viajar a él a las afueras de Roma, para que le expliquen cómo hacer la aleación de titanio, aluminio y otros materiales que una vez pulido parece plata, y que, además, no se oxida ni destiñe.
También tiene que hacer las constelaciones, serán paneles de tres por ocho metros que adornarán las torres a unos 90 metros de altura. “Sí, serán montones de estrellas, que eran las que antiguamente servían para orientarse”, explica Pallarols. Las hará con esa misma aleación y el efecto será que brillen en la noche.
La propuesta llegó un par de años atrás, en un encuentro de arquitectos en la Universidad de Buenos Aires. Estaba Jordi Fauli -quien dirige las obras para culminar la Sagrada Familia- y le ofreció participar. “Gaudí dejó todo por escrito. Pero a partir de allí uno puede soñar y dibujar”, dice Pallarols. En eso está.
Calcula que su trabajo puede finalizar en unos dos o tres años. No sólo lo entusiasma el reto, sino el tema, el lugar y todo lo que significa: “Soy muy religioso. Tengo una fe profunda”. Por eso también está ansioso porque llegue diciembre y vuele a Roma a entregar el cáliz que hizo para el Papa Francisco. “Lo empecé hace un año y medio. Lo llevo a todos lados que voy así la gente colabora. El copón debe tener unos veinte millones de golpecitos de personas de distintos lugares del mundo”. Dice que la orfebrería es justamente eso, un juego, una excusa para viajar, aprender, conocer gente y charlar. Por eso tiene su living lleno de obras y también de pelotas de fútbol, firmadas, por Messi, Maradona, Almeyda.
Pallarols sigue contando: habla del Cristo que planea poner a orillas del Paraná, en Entre Ríos. Tendrá 45 metros, y una base de 10. Con 55 metros, asegura que será el más alto del mundo. Usará la misma aleación que para las obras de la Sagrada Familia. Y tiene más para decir, en breve comenzará a hacer el bastón de mando para el próximo presidente. Desde Alfonsín a hoy, los hizo todos.
Fuente: Clarín
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