domingo, 2 de junio de 2013

Las nuevas familias verdes

Reciclan, separan basura, tienen huerta, comen orgánico, consumen poco y adoptan conductas sustentables


Reciclar; compostar; separar la basura; reutilizar; llevar la bolsa de tela para hacer las compras; consumir más frutas y verduras, y menos productos enlatados; tener una huerta orgánica; ser vegano, vegetariano o comer orgánico, o movilizarse en bici son prácticas cada vez más adoptadas por los argentinos. En esta mezcla de toma de conciencia con moda, los ciudadanos están queriendo asumir un rostro más ecológico a la vez que buscan transformarse en consumidores más responsables.


Y si bien los especialistas señalan que los cambios necesarios para salvar el planeta deben ser mucho más radicales y profundos que la suma de las voluntades individuales, también es cierto que esta sensibilización que va nutriendo el tejido social está viendo nacer una nueva generación de familias verdes. No son fanáticos ecológicos ni extremistas de la austeridad, sino personas que creen que cambiando pequeños hábitos en su vida cotidiana pueden estar en armonía con la naturaleza, hacer su aporte al cuidado del medio ambiente, ser más felices y sentirse más sanos. Y además buscan educar a sus hijos en esta misma filosofía.

Hay diferentes maneras de empezar a tener una vida más sustentable, y en muchos casos el cambio empieza por la alimentación para después trasladarse a otros hábitos que incluyen una existencia más austera, generar la menor cantidad de residuos, reutilizar. Según el Greendex 2012 -informe anual sobre el impacto del comportamiento del consumidor en el medio ambiente realizado por la National Geographic Society junto a Globescan-, el 62% de los argentinos se describe a sí mismo como verde: esto quiere decir que se ven como personas que evitan productos nocivos para el medio ambiente, minimizan el nivel de basura que generan, tratan de ahorrar energía y eligen productos ambientalmente amigables cada vez que pueden. Quizá los números reflejen un ciudadano con más intenciones de deseo que con conductas reales, pero lo cierto es que en este índice, que analiza las conductas de los consumidores en 17 países, la Argentina quedó en un nada despreciable puesto número 7. Quienes encabezaron la lista este año fueron la India, China, Brasil y Hungría. Detrás de la Argentina quedaron países como Rusia, Alemania, España, Australia y Estados Unidos. Desde ya que hay mucho por hacer y mejorar, pero la buena noticia es que se está avanzando.

"En estos últimos años ha habido un crecimiento y posicionamiento de los productos orgánicos. Mercados como el de Sabe la Tierra en San Fernando, el de Bonpland o el Galpón, o ferias como la de Buenos Aires Market, demuestran que hay un público interesado en otra forma de consumo. Sin embargo, muchas veces se suele confundir al consumo responsable con consumo de productos orgánicos o naturales, o eco. Por supuesto que es bueno que la gente empiece a tomar conciencia de lo que consume, pero no podemos creer que un cambio de paradigma va a venir solamente por cambiar lo que consumimos, sino cuando bajemos nuestros niveles de compra. No sólo por el bien del planeta, sino para que otros puedan consumir", dice Estanislao Sarandón, coordinador de ConSuma Dignidad de Amartya.

Desde Amartya definen el consumo responsable como la elección de productos y servicios no sólo según su precio y calidad, sino también por su impacto en el medio ambiente y la sociedad, y por la conducta de las empresas que los elaboran. "El reciclado es algo que está cobrando fuerza en la ciudad de Buenos Aires y en otras ciudades de la Argentina. En algunos casos, por interés de la gente, por el impulso que le dan las cooperativas de cartoneros, porque hay políticas públicas que lo fomentan o por una necesidad de resolver qué hacer con pilas y pilas de basura que se están quedando sin destino. Reciclar es bueno, pero es sólo la punta del iceberg. Ayuda a que materia prima vuelva a entrar en el círculo de producción, genera empleos verdes y reduce la cantidad de basura que se entierra, pero al mismo tiempo oculta una de las contracaras del consumo. Vivimos en un modelo de producción y consumo, donde el compre y tire prima, y se reproduce cada vez con más fuerza. Donde los productos tienen toneladas de packaging que no cumplen funcionalidad alguna y que sólo hacen crecer en volumen las bolsas de basura. La basura es un indicador directo de nuestros niveles de consumo", sentencia Sarandón.

Siguiendo esta lógica de que del dicho al hecho hay un largo trecho, cifras de un estudio que Mindshare Argentina realizó en 2008 sobre las principales características del consumidor ecológicamente comprometido, señalan que el 59% de los argentinos reconoce que la mejora de la ecología del planeta depende directamente de los hábitos cotidianos. En este sentido, un 44% manifiesta su preferencia en pagar más por productos cuya manufactura no dañe el medio ambiente. Sin embargo, no todos han adecuado sus estilos de vida y costumbres a los asuntos ambientales, ya que sólo el 22% de los consumidores responsables argentinos han sacrificado su comodidad y cambiado algunas convicciones en función de colaborar con el cuidado del medio ambiente.

Uno de los temas en los que se ha avanzando bastante, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, es en la movilidad. Ya es habitual ver a hombres de traje o mujeres vestidas de oficina circular por las bicisendas, a jóvenes de todas las edades o a familias los fines de semana circulando con bicis. De hecho, según la Subsecretaría de Transporte del GCBA, actualmente se hacen 150.000 viajes en bici por día en la ciudad, mientras que en 2009 eran sólo 30.000 (se pasó de un 0,4% a un 2,5% del total de viajes).

"Lo que se vio crecer esto en Buenos Aires desde 2010 hasta ahora es enorme. Hoy ves en las calles cientos de personas andando en bici. De hecho, Buenos Aires ya es una ciudad que desde afuera otras personas la asocian como una ciudad de bicis por la cantidad de actividades y movidas que hay. Y también por cómo se facilitaron las cosas por la infraestructura y las acciones del gobierno", sostiene Matías Kalwill, director de bikestorming.org y lavidaenbici.com

Para él, este fenómeno tuvo su impulso en un gran cambio de conciencia y de hábitos de la gente, pero sin embargo está convencido de que, en general, el motivo principal por el que una persona elige empezar a andar en bicicleta tiene que ver con que le hace bien a su calidad de vida y consigue que se vuelva algo práctico, eficiente. Y que se siente seguro.

"Muchas veces para las personas que quieren tomar alguna acción con respecto a sus hábitos para mejorar su huella de carbono o vivir más en armonía con el planeta, la bicicleta es una primera acción muy accesible, aunque la huella ecológica que se genere sea mínima. La bicicleta funciona así como una punta de lanza para un montón de otros cambios que necesitamos vivir en Buenos Aires y el resto del mundo", sueña Kalwill, a la vez que alerta sobre la grave situación de riesgo planetario que estamos viviendo. "Lo que estamos haciendo es algo, pero no es suficiente. Me parece muy positivo incentivar que se sigan adoptando estas prácticas, pero lo cierto es que si no se traducen en políticas públicas, la escala no tiene valor."

En esta misma línea, desde Amartya afirman que hoy por hoy es muy difícil encontrar productos que hayan sido elaborados de forma sustentable, ya sea respetando el medio ambiente o a las personas que estuvieron involucradas en su producción, lo cual dificulta al ciudadano poder ser responsable con su consumo. "Es fundamental generar un cambio de actitud en la forma de producir y de comprometerse de las empresas. Sin ellas es imposible generar un cambio. Lo mismo sucede con los gobiernos que tienen que generar políticas públicas que acompañen a las empresas que quieren hacer las cosas bien, brindándoles beneficios y sancionando a quienes las hacen mal."

"En los últimos dos años vemos que las ganas de reciclar vienen acompañadas por una preocupación creciente por el medio ambiente y por entender que todas nuestras acciones tienen un efecto en la sociedad. La gente está cada vez más consciente, porque hay más ONG, empresas y movidas del gobierno que están comunicando este mensaje. Igual todavía está faltando una buena gestión para que las personas sepan qué pueden hacer con la basura", dice Rodrigo Castro Volpe, presidente de Dondereciclo.org, a la vez que aclara que el argentino promedio no tiene un modelo de vida tan consumista y que está muy acostumbrado a arreglar las cosas y reutilizarlas.

Las principales consultas que recibe esta ONG -que tiene online un mapa interactivo con todos los sitios adonde uno puede llevar los materiales para reciclarlos- son qué hacer con las pilas, las lámparas de bajo consumo y todos los productos que los consumidores perciben como contaminantes. "La gente está siempre queriendo saber y buscando ideas nuevas sobre cómo reutilizar, en darle otra vuelta a los recursos que tiene para ver de qué manera le puede dar otro uso", enfatiza Castro Volpe, que desde hace un año separa la basura en su casa con su familia y ya lo tienen como un hábito incorporado. "Lo importante es generar la preocupación y darle la información a la población para que entienda cuál es la problemática para que pueda actuar", concluye.

Lentamente, el ciudadano está tomando conciencia de que él tiene el poder de elegir qué quiere consumir, cómo, cuándo y dónde. Que tiene la capacidad de presionar a las empresas para que sean responsables con su producción, que puede apoyar a los pequeños productores con su compra, y promover el comercio justo. Que tiene en sus manos la posibilidad de generar los cambios necesarios en la lógica de mercado y en las políticas públicas para lograr salvar el planeta.


ANGIE FERRAZINI

Una familia que apuesta a consumir lo menos posible

 
Angie Ferrazzini, junto a su marido y sus 3 hijos, en su casa de San Isidro. 

"Yo de hippie no tengo nada, pero sí soy la oveja verde de mi familia." Así se define Angie Ferrazzini, sentada en el sillón de una casa cálida y colorida que invita a poner en juego todos los sentidos, en el bajo de San Isidro. Allí vive hace seis años junto a su marido, Paulinho, y sus hijos, Caetano (6), Lúa (8) y Moreno (9 meses), con los que intenta llevar una vida lo más sustentable posible.

"Cuando tuve a mis hijos decidí educarlos en esta carrera del querer ser y no del querer tener. Ellos no conocen los shoppings y casi todo lo compramos en ferias americanas o mercados", cuenta esta periodista, que después de recorrer todos los rincones del país en el que conoció a los pequeños productores, agricultores y artesanos, sintió que tenía que dejar de contar historias para empezar a hacer la suya propia. Fue así como fundó Sabe La Tierra, un mercado natural, orgánico y sustentable que funciona en San Fernando y Tigre, con más de 60 puestos de alimentación, cosmética natural, aceites naturales, compostaje, huertas y plantas nativas.

En el jardín de la casa hace gala una cuidada huerta orgánica con zapallos, lechuga, tomillo, orégano, brócoli y cebolla de verdeo. Además tiene un compost con lombrices californianas y otro más chico.

En el interior todo parece tener un orden natural y llaman la atención diferentes pizarrones desparramados por todos los ambientes con inscripciones como Racioná el agua, Una vida más sustentable para todos, Por un consumo responsable y El cambio de hábitos es posible. El resto del cuadro se completa con varios cajones de frutas llenos de manzanas, mandarinas, naranjas, pomelos y limones.

"Siempre comí integral, pero ahora en casa no comemos harina blanca, azúcar blanca y sí mucho panificado integral, semillas y frutas y verduras de estación", explica Angie, que confiesa que tuvo que hacer varios cambios a partir de la llegada de sus hijos porque decidió educarlos a través del ejemplo. "Si yo como una manzana todos quieren comer una manzana", dice con una sonrisa.

En relación a la alimentación, Angie cuenta: "Casi toda la comida es orgánica. Desde hace tres años que no voy al supermercado, porque el 80% de lo que consumimos lo traigo del mercado: yerba, miel, azúcar, sal marina. Casi no comemos carne ni lácteos. Capaz vas a ver gente mucho más estricta en lo vegetariano o vegano, pero yo trato de ser natural y de integrar la alimentación con mi estilo de vida", agrega Angie.

¿Qué medidas adoptan en su día a día para tener una vida verde? Tratan de usar la menor cantidad de agua y energía; tienen una casa muy luminosa, con muchas ventanas y que se calienta sola; usan pañales reutilizables de tela; no utilizan bolsas plásticas; separan la basura, pero principalmente intentan ser austeros y reducir al máximo su consumo.

"La mayoría de las cosas las reutilizamos. Y lo que sí o sí tenemos que comprar, lo hacemos. Lo que buscamos es comprar lo máximo posible en los mercados o en el barrio para apoyar el desarrollo local. Lo que más me cuesta es la movilidad. Camino mucho, pero también uso el auto por el bebé. Si voy al Centro nos avisamos entre los vecinos para coordinar de ir juntos", cuenta Angie.

Sobre cuál es la situación del consumidor promedio en la Argentina, Angie sostiene que lo ve más informado y más comprometido. "Y eso hace que la gente empiece a interesarse y a cambiar. Porque lo cierto es que se puede compostar y tener huerta. Tenemos que apostar al autoconsumo, que significa generar todo lo que consumimos. Hay muchos cambios de hábitos que son realmente posibles", concluye Angie.

LUCAS CAMPODÓNICO

 
Lucas Campodónico armó su casa con elementos
que recogió de la calle o compró en ferias. 

Con la cabeza puesta en reutilizar al máximo

Entrar en la casa de Lucas Campodónico es adentrarse en el reino de la reutilización. Muchos de los elementos, artefactos y adornos que la visten fueron recogidos de la calle para darles una nueva vida. "Soy un ciruja VIP que resignifica. Muchas de las cosas las guardo y otras las reciclo. La sustentabilidad pasa por el sentido común que tiene que ver con cuidarse uno y con el consumo. Todos los muebles de mi casa son de la calle o de ferias. Hasta una guitarra con su funda levanté en una esquina. En esta casa todo se reutiliza y eso lo tengo arraigado muy de chico, que recuerdo juntaba latas y las coleccionaba", cuenta este joven de 34 años, que un día empezó a hacer collares con botones viejos con unos amigos, que tuvieron mucha aceptación y finalmente armaron el emprendimiento Greca. "Fuimos a una fábrica de botones a preguntar a cuánto nos los vendían y ahí conocí la basura silenciosa porque nos los regalaban. Ese ejercicio de ver la cantidad de basura que se tiraba y lo que se podía hacer con eso me cambió la cabeza", cuenta Lucas, que además dirige la revista Ecomanía que tiene como lema Informarse es el primer paso para el cambio.

Además de una decoración en la que abundan los cuadros y las expresiones artísticas, esta casa cuenta con varias características especiales: es abierta, lo que quiere decir que cualquier persona -cumpliendo algunos requisitos mínimos- puede alojarse en ella; todas las plantas son de tierra de compost; no tiene buena calefacción, por lo cual Lucas recomienda ponerse varios pulóveres, y sólo produce una bolsa de basura por semana.

"A lo verde llegué por ósmosis. Si en tu casa tenés reposición, disposición final y movilidad estás bien. Si hay algo importante en la ciudad es separar la basura. Yo llevo el PET a Banco de Bosques, le doy los cartones a un cartonero, los plásticos los destino al programa San Isidro Recicla y de esta manera no genero basura. Cuando empezás a reciclar te hace bien al espíritu porque sentís que por lo menos estás haciendo algo. También hay que cuidar la energía y el agua", cuenta Lucas, mientras muestra cómo se las ingenió para tener en su balcón un pequeño compost.

Si bien está contento con los cambios que generó en su vida cotidiana, Lucas es consciente de que todavía le falta un largo camino. Por eso afirma que se está ordenando en términos de alimentación porque todavía le falta mejorar la calidad. "Hay que consumir productos sanos porque te sentís mejor. Yo de chiquitito era el que separaba todo el verde en el plato y ahora me encanta. Estoy bajando mucho la ingesta de carne. Compro productos orgánicos, pero es más la culpa que la costumbre. Es un tema de oferta y demanda, cuando haya más oferta y accesibilidad, el precio va a ser más barato", explica este emprendedor social, que utiliza el tren y la bici para ir al Centro. "Es un tema de sentido común porque tardo menos y la dejo en cualquier lado", agrega.

Cuando Lucas analiza por qué el consumo responsable no avanza con más fuerza en el mundo, aporta una cosmovisión muy interesante. Para él, el problema es que la gente no sabe aburrirse, y como consecuencia consume o produce. "En esta sociedad lo viejo no tiene valor y por eso la gente tira todo, cuando en realidad los viejos son los que te enseñan todo. Si sustentabilidad es sentido común y equilibrio, es muy fácil darse cuenta qué es lo que a uno le falta para conseguirla. El día que podamos poner de moda que reutilizar y ser sustentable es cool, tendremos la batalla ganada", concluye, dejando muchas aristas sobre las cuales reflexionar.

SONIA PÉREZ

 
Sonia Pérez, trabaja junto a su marido Fernando en el compost de su casa. 

Del vivero orgánico a una nueva forma de vida

Lo suyo empezó como una forma de producción para transformarse en una forma de vida. Sonia Pérez es técnica en floricultura de la UBA y con la crisis de 2001, un ingeniero de la UBA la convocó para que se encargara de la crianza de los plantines orgánicos de la Facultad. Sin saberlo, este primer acercamiento con la jardinería orgánica fue el que luego la llevaría a cambiar su forma de ver el mundo.

"Ya no hay nada que sea como antes: mirar la tele, ver a la gente por la calle o ir a comer un asado, porque todo el tiempo estás viendo que las cosas se podrían hacer de otra manera", explica Sonia, de 47 años, que desde 2005 creó Sonyando en su casa, un vivero orgánico que brinda servicios e insumos orgánicos para la huerta y el jardín. Allí vive junto a su marido, Fernando y su hijo Lautaro, de 8 años.

De a poco, Sonia fue haciendo carne la idea de que el hombre no es el dueño de la naturaleza y que hay que llevar una vida lo más armoniosa posible con el planeta. Por eso, en su casa empezaron a separar la basura, a tener compost, tienen una huerta orgánica y empezaron a comer orgánico. "Es una nueva forma de alimentación más sana, más sustentable y más económica. Yo no como ningún tipo de carne desde hace tres años porque me parece una crueldad cómo se trata a los animales. A mi marido le costó un poco hacer los cambios alimentarios, pero es una transición que estamos haciendo", dice Sonia, quien tiene un vínculo con proveedores especializados que les llevan frutas y verduras orgánicas, huevos de campo y otros productos naturales. "Lauti es el único que toma leche en la casa. Le sacamos la chocolatada por completo y la gaseosa. Por suerte es un chico inteligente que no se queda con algo si no termina de entenderlo, así que nosotros intentamos explicarle todo", agrega Sonia.

Hace cuatro años que la familia se sostiene con los ingresos del vivero de plantas aromáticas, medicinales, especias y árboles nativos, que en el último tiempo fue recibiendo cada vez más clientes y consultas. Esta interacción les permite tener un buen termómetro del interés general que existe por tener una vida sustentable. "La gente está en una etapa de transición y aprendizaje. Hay mucha sed de información porque en el fondo, lo que quieren saber es si es posible vivir de esta manera. Yo veo mes a mes cómo cada vez más la gente está empezando a entender de qué se trata esto. Todavía es una minoría muy chica, pero es algo", dice Sonia.

"Nosotros nos ocupamos de armar la mayor cantidad de compost para poder abonar las plantas. Si uno quiere ser realmente sustentable hay muchas cosas por cambiar. Cuidar el agua, visualizar cada espacio de la casa para producir macetas y ser agentes de difusión de esta forma de vivir", cuenta Sonia, a la vez que explica que gracias a los cambios en su alimentación regularizó su sistema digestivo, le mejoró el color y la textura de la piel, se le estilizó el cuerpo y se conectó mucho más con su sensibilidad.

¿Cómo impacto este cambio de vida en su entorno más cercano? "Nuestros amigos nos respetan mucho, pero a veces no es tan fácil con la familia. Cuando Lauti tiene que almorzar en el colegio o con algún familiar nos relajamos y lo dejamos que coma lo que quiera", dice Sonia, a la vez que resalta que igualmente cada persona tiene que generar conciencia desde su lugar.
PARA SABER MÁS

Donde reciclo
www.dondereciclo.org.ar
La vida en bici
lavidaenbici.com
Sabe La Tierra
www.sabelatierra.com
Ecomania
ecomania.org.ar

CONSEJOS PARA EMPEZAR POR CASA

1 Luz solar
Aprovechá al máximo la luz solar para calefaccionar e iluminar la casa. Cuando es necesario, utilizá lámparas de bajo consumo.
2 Consumo responsable
Adquirí productos de empresas de consumo responsable, en ferias artesanales y en mercados, para así apoyar a los pequeños productores.
3 Reutilizar
Reducí al máximo todo tu consumo y en lo posible reutilizá todos los desechos.
4 Basura
Separá la basura y reciclá vidrio, latas de aluminio y papel.
5 Compost
Empleá los desechos orgánicos para hacer compost que sirva de fertilizante para tus plantas.
6 Huerta orgánica
Tené tu propia huerta orgánica en tu casa, lo que te permitirá disponer, todo el año, de verduras frescas y sanas para preparar la comida diaria de forma sana y natural.
7 La vida en bici
Siempre que puedas evita circular en auto. Si las distancias que tenés que recorre son cortas elegí la bicicleta o caminar. Si no siempre es mejor utilizar los transportes públicos.
8 Alimentación sana
Adoptá una alimentación sana que incluya muchas frutas, verduras, cereales, hortalizas y semillas. Evitá los alimentos precocinados, envasados y embutidos.
62%

De argentinos verdes
Según el Greendex 2012, este es el porcentaje de argentinos que dicen evitar productos nocivos para el ambiente, generar poca basura, ahorrar energía y consumir productos verdes.
DIXIT

"Lo importante es darle la información a la gente para que entienda cuál es el problema y pueda actuar"
Rodrigo Castro Volpe
Presidente de dondereciclo.org

Fuente: La Nacion

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domingo, 2 de junio de 2013

Las nuevas familias verdes

Reciclan, separan basura, tienen huerta, comen orgánico, consumen poco y adoptan conductas sustentables


Reciclar; compostar; separar la basura; reutilizar; llevar la bolsa de tela para hacer las compras; consumir más frutas y verduras, y menos productos enlatados; tener una huerta orgánica; ser vegano, vegetariano o comer orgánico, o movilizarse en bici son prácticas cada vez más adoptadas por los argentinos. En esta mezcla de toma de conciencia con moda, los ciudadanos están queriendo asumir un rostro más ecológico a la vez que buscan transformarse en consumidores más responsables.


Y si bien los especialistas señalan que los cambios necesarios para salvar el planeta deben ser mucho más radicales y profundos que la suma de las voluntades individuales, también es cierto que esta sensibilización que va nutriendo el tejido social está viendo nacer una nueva generación de familias verdes. No son fanáticos ecológicos ni extremistas de la austeridad, sino personas que creen que cambiando pequeños hábitos en su vida cotidiana pueden estar en armonía con la naturaleza, hacer su aporte al cuidado del medio ambiente, ser más felices y sentirse más sanos. Y además buscan educar a sus hijos en esta misma filosofía.

Hay diferentes maneras de empezar a tener una vida más sustentable, y en muchos casos el cambio empieza por la alimentación para después trasladarse a otros hábitos que incluyen una existencia más austera, generar la menor cantidad de residuos, reutilizar. Según el Greendex 2012 -informe anual sobre el impacto del comportamiento del consumidor en el medio ambiente realizado por la National Geographic Society junto a Globescan-, el 62% de los argentinos se describe a sí mismo como verde: esto quiere decir que se ven como personas que evitan productos nocivos para el medio ambiente, minimizan el nivel de basura que generan, tratan de ahorrar energía y eligen productos ambientalmente amigables cada vez que pueden. Quizá los números reflejen un ciudadano con más intenciones de deseo que con conductas reales, pero lo cierto es que en este índice, que analiza las conductas de los consumidores en 17 países, la Argentina quedó en un nada despreciable puesto número 7. Quienes encabezaron la lista este año fueron la India, China, Brasil y Hungría. Detrás de la Argentina quedaron países como Rusia, Alemania, España, Australia y Estados Unidos. Desde ya que hay mucho por hacer y mejorar, pero la buena noticia es que se está avanzando.

"En estos últimos años ha habido un crecimiento y posicionamiento de los productos orgánicos. Mercados como el de Sabe la Tierra en San Fernando, el de Bonpland o el Galpón, o ferias como la de Buenos Aires Market, demuestran que hay un público interesado en otra forma de consumo. Sin embargo, muchas veces se suele confundir al consumo responsable con consumo de productos orgánicos o naturales, o eco. Por supuesto que es bueno que la gente empiece a tomar conciencia de lo que consume, pero no podemos creer que un cambio de paradigma va a venir solamente por cambiar lo que consumimos, sino cuando bajemos nuestros niveles de compra. No sólo por el bien del planeta, sino para que otros puedan consumir", dice Estanislao Sarandón, coordinador de ConSuma Dignidad de Amartya.

Desde Amartya definen el consumo responsable como la elección de productos y servicios no sólo según su precio y calidad, sino también por su impacto en el medio ambiente y la sociedad, y por la conducta de las empresas que los elaboran. "El reciclado es algo que está cobrando fuerza en la ciudad de Buenos Aires y en otras ciudades de la Argentina. En algunos casos, por interés de la gente, por el impulso que le dan las cooperativas de cartoneros, porque hay políticas públicas que lo fomentan o por una necesidad de resolver qué hacer con pilas y pilas de basura que se están quedando sin destino. Reciclar es bueno, pero es sólo la punta del iceberg. Ayuda a que materia prima vuelva a entrar en el círculo de producción, genera empleos verdes y reduce la cantidad de basura que se entierra, pero al mismo tiempo oculta una de las contracaras del consumo. Vivimos en un modelo de producción y consumo, donde el compre y tire prima, y se reproduce cada vez con más fuerza. Donde los productos tienen toneladas de packaging que no cumplen funcionalidad alguna y que sólo hacen crecer en volumen las bolsas de basura. La basura es un indicador directo de nuestros niveles de consumo", sentencia Sarandón.

Siguiendo esta lógica de que del dicho al hecho hay un largo trecho, cifras de un estudio que Mindshare Argentina realizó en 2008 sobre las principales características del consumidor ecológicamente comprometido, señalan que el 59% de los argentinos reconoce que la mejora de la ecología del planeta depende directamente de los hábitos cotidianos. En este sentido, un 44% manifiesta su preferencia en pagar más por productos cuya manufactura no dañe el medio ambiente. Sin embargo, no todos han adecuado sus estilos de vida y costumbres a los asuntos ambientales, ya que sólo el 22% de los consumidores responsables argentinos han sacrificado su comodidad y cambiado algunas convicciones en función de colaborar con el cuidado del medio ambiente.

Uno de los temas en los que se ha avanzando bastante, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, es en la movilidad. Ya es habitual ver a hombres de traje o mujeres vestidas de oficina circular por las bicisendas, a jóvenes de todas las edades o a familias los fines de semana circulando con bicis. De hecho, según la Subsecretaría de Transporte del GCBA, actualmente se hacen 150.000 viajes en bici por día en la ciudad, mientras que en 2009 eran sólo 30.000 (se pasó de un 0,4% a un 2,5% del total de viajes).

"Lo que se vio crecer esto en Buenos Aires desde 2010 hasta ahora es enorme. Hoy ves en las calles cientos de personas andando en bici. De hecho, Buenos Aires ya es una ciudad que desde afuera otras personas la asocian como una ciudad de bicis por la cantidad de actividades y movidas que hay. Y también por cómo se facilitaron las cosas por la infraestructura y las acciones del gobierno", sostiene Matías Kalwill, director de bikestorming.org y lavidaenbici.com

Para él, este fenómeno tuvo su impulso en un gran cambio de conciencia y de hábitos de la gente, pero sin embargo está convencido de que, en general, el motivo principal por el que una persona elige empezar a andar en bicicleta tiene que ver con que le hace bien a su calidad de vida y consigue que se vuelva algo práctico, eficiente. Y que se siente seguro.

"Muchas veces para las personas que quieren tomar alguna acción con respecto a sus hábitos para mejorar su huella de carbono o vivir más en armonía con el planeta, la bicicleta es una primera acción muy accesible, aunque la huella ecológica que se genere sea mínima. La bicicleta funciona así como una punta de lanza para un montón de otros cambios que necesitamos vivir en Buenos Aires y el resto del mundo", sueña Kalwill, a la vez que alerta sobre la grave situación de riesgo planetario que estamos viviendo. "Lo que estamos haciendo es algo, pero no es suficiente. Me parece muy positivo incentivar que se sigan adoptando estas prácticas, pero lo cierto es que si no se traducen en políticas públicas, la escala no tiene valor."

En esta misma línea, desde Amartya afirman que hoy por hoy es muy difícil encontrar productos que hayan sido elaborados de forma sustentable, ya sea respetando el medio ambiente o a las personas que estuvieron involucradas en su producción, lo cual dificulta al ciudadano poder ser responsable con su consumo. "Es fundamental generar un cambio de actitud en la forma de producir y de comprometerse de las empresas. Sin ellas es imposible generar un cambio. Lo mismo sucede con los gobiernos que tienen que generar políticas públicas que acompañen a las empresas que quieren hacer las cosas bien, brindándoles beneficios y sancionando a quienes las hacen mal."

"En los últimos dos años vemos que las ganas de reciclar vienen acompañadas por una preocupación creciente por el medio ambiente y por entender que todas nuestras acciones tienen un efecto en la sociedad. La gente está cada vez más consciente, porque hay más ONG, empresas y movidas del gobierno que están comunicando este mensaje. Igual todavía está faltando una buena gestión para que las personas sepan qué pueden hacer con la basura", dice Rodrigo Castro Volpe, presidente de Dondereciclo.org, a la vez que aclara que el argentino promedio no tiene un modelo de vida tan consumista y que está muy acostumbrado a arreglar las cosas y reutilizarlas.

Las principales consultas que recibe esta ONG -que tiene online un mapa interactivo con todos los sitios adonde uno puede llevar los materiales para reciclarlos- son qué hacer con las pilas, las lámparas de bajo consumo y todos los productos que los consumidores perciben como contaminantes. "La gente está siempre queriendo saber y buscando ideas nuevas sobre cómo reutilizar, en darle otra vuelta a los recursos que tiene para ver de qué manera le puede dar otro uso", enfatiza Castro Volpe, que desde hace un año separa la basura en su casa con su familia y ya lo tienen como un hábito incorporado. "Lo importante es generar la preocupación y darle la información a la población para que entienda cuál es la problemática para que pueda actuar", concluye.

Lentamente, el ciudadano está tomando conciencia de que él tiene el poder de elegir qué quiere consumir, cómo, cuándo y dónde. Que tiene la capacidad de presionar a las empresas para que sean responsables con su producción, que puede apoyar a los pequeños productores con su compra, y promover el comercio justo. Que tiene en sus manos la posibilidad de generar los cambios necesarios en la lógica de mercado y en las políticas públicas para lograr salvar el planeta.


ANGIE FERRAZINI

Una familia que apuesta a consumir lo menos posible

 
Angie Ferrazzini, junto a su marido y sus 3 hijos, en su casa de San Isidro. 

"Yo de hippie no tengo nada, pero sí soy la oveja verde de mi familia." Así se define Angie Ferrazzini, sentada en el sillón de una casa cálida y colorida que invita a poner en juego todos los sentidos, en el bajo de San Isidro. Allí vive hace seis años junto a su marido, Paulinho, y sus hijos, Caetano (6), Lúa (8) y Moreno (9 meses), con los que intenta llevar una vida lo más sustentable posible.

"Cuando tuve a mis hijos decidí educarlos en esta carrera del querer ser y no del querer tener. Ellos no conocen los shoppings y casi todo lo compramos en ferias americanas o mercados", cuenta esta periodista, que después de recorrer todos los rincones del país en el que conoció a los pequeños productores, agricultores y artesanos, sintió que tenía que dejar de contar historias para empezar a hacer la suya propia. Fue así como fundó Sabe La Tierra, un mercado natural, orgánico y sustentable que funciona en San Fernando y Tigre, con más de 60 puestos de alimentación, cosmética natural, aceites naturales, compostaje, huertas y plantas nativas.

En el jardín de la casa hace gala una cuidada huerta orgánica con zapallos, lechuga, tomillo, orégano, brócoli y cebolla de verdeo. Además tiene un compost con lombrices californianas y otro más chico.

En el interior todo parece tener un orden natural y llaman la atención diferentes pizarrones desparramados por todos los ambientes con inscripciones como Racioná el agua, Una vida más sustentable para todos, Por un consumo responsable y El cambio de hábitos es posible. El resto del cuadro se completa con varios cajones de frutas llenos de manzanas, mandarinas, naranjas, pomelos y limones.

"Siempre comí integral, pero ahora en casa no comemos harina blanca, azúcar blanca y sí mucho panificado integral, semillas y frutas y verduras de estación", explica Angie, que confiesa que tuvo que hacer varios cambios a partir de la llegada de sus hijos porque decidió educarlos a través del ejemplo. "Si yo como una manzana todos quieren comer una manzana", dice con una sonrisa.

En relación a la alimentación, Angie cuenta: "Casi toda la comida es orgánica. Desde hace tres años que no voy al supermercado, porque el 80% de lo que consumimos lo traigo del mercado: yerba, miel, azúcar, sal marina. Casi no comemos carne ni lácteos. Capaz vas a ver gente mucho más estricta en lo vegetariano o vegano, pero yo trato de ser natural y de integrar la alimentación con mi estilo de vida", agrega Angie.

¿Qué medidas adoptan en su día a día para tener una vida verde? Tratan de usar la menor cantidad de agua y energía; tienen una casa muy luminosa, con muchas ventanas y que se calienta sola; usan pañales reutilizables de tela; no utilizan bolsas plásticas; separan la basura, pero principalmente intentan ser austeros y reducir al máximo su consumo.

"La mayoría de las cosas las reutilizamos. Y lo que sí o sí tenemos que comprar, lo hacemos. Lo que buscamos es comprar lo máximo posible en los mercados o en el barrio para apoyar el desarrollo local. Lo que más me cuesta es la movilidad. Camino mucho, pero también uso el auto por el bebé. Si voy al Centro nos avisamos entre los vecinos para coordinar de ir juntos", cuenta Angie.

Sobre cuál es la situación del consumidor promedio en la Argentina, Angie sostiene que lo ve más informado y más comprometido. "Y eso hace que la gente empiece a interesarse y a cambiar. Porque lo cierto es que se puede compostar y tener huerta. Tenemos que apostar al autoconsumo, que significa generar todo lo que consumimos. Hay muchos cambios de hábitos que son realmente posibles", concluye Angie.

LUCAS CAMPODÓNICO

 
Lucas Campodónico armó su casa con elementos
que recogió de la calle o compró en ferias. 

Con la cabeza puesta en reutilizar al máximo

Entrar en la casa de Lucas Campodónico es adentrarse en el reino de la reutilización. Muchos de los elementos, artefactos y adornos que la visten fueron recogidos de la calle para darles una nueva vida. "Soy un ciruja VIP que resignifica. Muchas de las cosas las guardo y otras las reciclo. La sustentabilidad pasa por el sentido común que tiene que ver con cuidarse uno y con el consumo. Todos los muebles de mi casa son de la calle o de ferias. Hasta una guitarra con su funda levanté en una esquina. En esta casa todo se reutiliza y eso lo tengo arraigado muy de chico, que recuerdo juntaba latas y las coleccionaba", cuenta este joven de 34 años, que un día empezó a hacer collares con botones viejos con unos amigos, que tuvieron mucha aceptación y finalmente armaron el emprendimiento Greca. "Fuimos a una fábrica de botones a preguntar a cuánto nos los vendían y ahí conocí la basura silenciosa porque nos los regalaban. Ese ejercicio de ver la cantidad de basura que se tiraba y lo que se podía hacer con eso me cambió la cabeza", cuenta Lucas, que además dirige la revista Ecomanía que tiene como lema Informarse es el primer paso para el cambio.

Además de una decoración en la que abundan los cuadros y las expresiones artísticas, esta casa cuenta con varias características especiales: es abierta, lo que quiere decir que cualquier persona -cumpliendo algunos requisitos mínimos- puede alojarse en ella; todas las plantas son de tierra de compost; no tiene buena calefacción, por lo cual Lucas recomienda ponerse varios pulóveres, y sólo produce una bolsa de basura por semana.

"A lo verde llegué por ósmosis. Si en tu casa tenés reposición, disposición final y movilidad estás bien. Si hay algo importante en la ciudad es separar la basura. Yo llevo el PET a Banco de Bosques, le doy los cartones a un cartonero, los plásticos los destino al programa San Isidro Recicla y de esta manera no genero basura. Cuando empezás a reciclar te hace bien al espíritu porque sentís que por lo menos estás haciendo algo. También hay que cuidar la energía y el agua", cuenta Lucas, mientras muestra cómo se las ingenió para tener en su balcón un pequeño compost.

Si bien está contento con los cambios que generó en su vida cotidiana, Lucas es consciente de que todavía le falta un largo camino. Por eso afirma que se está ordenando en términos de alimentación porque todavía le falta mejorar la calidad. "Hay que consumir productos sanos porque te sentís mejor. Yo de chiquitito era el que separaba todo el verde en el plato y ahora me encanta. Estoy bajando mucho la ingesta de carne. Compro productos orgánicos, pero es más la culpa que la costumbre. Es un tema de oferta y demanda, cuando haya más oferta y accesibilidad, el precio va a ser más barato", explica este emprendedor social, que utiliza el tren y la bici para ir al Centro. "Es un tema de sentido común porque tardo menos y la dejo en cualquier lado", agrega.

Cuando Lucas analiza por qué el consumo responsable no avanza con más fuerza en el mundo, aporta una cosmovisión muy interesante. Para él, el problema es que la gente no sabe aburrirse, y como consecuencia consume o produce. "En esta sociedad lo viejo no tiene valor y por eso la gente tira todo, cuando en realidad los viejos son los que te enseñan todo. Si sustentabilidad es sentido común y equilibrio, es muy fácil darse cuenta qué es lo que a uno le falta para conseguirla. El día que podamos poner de moda que reutilizar y ser sustentable es cool, tendremos la batalla ganada", concluye, dejando muchas aristas sobre las cuales reflexionar.

SONIA PÉREZ

 
Sonia Pérez, trabaja junto a su marido Fernando en el compost de su casa. 

Del vivero orgánico a una nueva forma de vida

Lo suyo empezó como una forma de producción para transformarse en una forma de vida. Sonia Pérez es técnica en floricultura de la UBA y con la crisis de 2001, un ingeniero de la UBA la convocó para que se encargara de la crianza de los plantines orgánicos de la Facultad. Sin saberlo, este primer acercamiento con la jardinería orgánica fue el que luego la llevaría a cambiar su forma de ver el mundo.

"Ya no hay nada que sea como antes: mirar la tele, ver a la gente por la calle o ir a comer un asado, porque todo el tiempo estás viendo que las cosas se podrían hacer de otra manera", explica Sonia, de 47 años, que desde 2005 creó Sonyando en su casa, un vivero orgánico que brinda servicios e insumos orgánicos para la huerta y el jardín. Allí vive junto a su marido, Fernando y su hijo Lautaro, de 8 años.

De a poco, Sonia fue haciendo carne la idea de que el hombre no es el dueño de la naturaleza y que hay que llevar una vida lo más armoniosa posible con el planeta. Por eso, en su casa empezaron a separar la basura, a tener compost, tienen una huerta orgánica y empezaron a comer orgánico. "Es una nueva forma de alimentación más sana, más sustentable y más económica. Yo no como ningún tipo de carne desde hace tres años porque me parece una crueldad cómo se trata a los animales. A mi marido le costó un poco hacer los cambios alimentarios, pero es una transición que estamos haciendo", dice Sonia, quien tiene un vínculo con proveedores especializados que les llevan frutas y verduras orgánicas, huevos de campo y otros productos naturales. "Lauti es el único que toma leche en la casa. Le sacamos la chocolatada por completo y la gaseosa. Por suerte es un chico inteligente que no se queda con algo si no termina de entenderlo, así que nosotros intentamos explicarle todo", agrega Sonia.

Hace cuatro años que la familia se sostiene con los ingresos del vivero de plantas aromáticas, medicinales, especias y árboles nativos, que en el último tiempo fue recibiendo cada vez más clientes y consultas. Esta interacción les permite tener un buen termómetro del interés general que existe por tener una vida sustentable. "La gente está en una etapa de transición y aprendizaje. Hay mucha sed de información porque en el fondo, lo que quieren saber es si es posible vivir de esta manera. Yo veo mes a mes cómo cada vez más la gente está empezando a entender de qué se trata esto. Todavía es una minoría muy chica, pero es algo", dice Sonia.

"Nosotros nos ocupamos de armar la mayor cantidad de compost para poder abonar las plantas. Si uno quiere ser realmente sustentable hay muchas cosas por cambiar. Cuidar el agua, visualizar cada espacio de la casa para producir macetas y ser agentes de difusión de esta forma de vivir", cuenta Sonia, a la vez que explica que gracias a los cambios en su alimentación regularizó su sistema digestivo, le mejoró el color y la textura de la piel, se le estilizó el cuerpo y se conectó mucho más con su sensibilidad.

¿Cómo impacto este cambio de vida en su entorno más cercano? "Nuestros amigos nos respetan mucho, pero a veces no es tan fácil con la familia. Cuando Lauti tiene que almorzar en el colegio o con algún familiar nos relajamos y lo dejamos que coma lo que quiera", dice Sonia, a la vez que resalta que igualmente cada persona tiene que generar conciencia desde su lugar.
PARA SABER MÁS

Donde reciclo
www.dondereciclo.org.ar
La vida en bici
lavidaenbici.com
Sabe La Tierra
www.sabelatierra.com
Ecomania
ecomania.org.ar

CONSEJOS PARA EMPEZAR POR CASA

1 Luz solar
Aprovechá al máximo la luz solar para calefaccionar e iluminar la casa. Cuando es necesario, utilizá lámparas de bajo consumo.
2 Consumo responsable
Adquirí productos de empresas de consumo responsable, en ferias artesanales y en mercados, para así apoyar a los pequeños productores.
3 Reutilizar
Reducí al máximo todo tu consumo y en lo posible reutilizá todos los desechos.
4 Basura
Separá la basura y reciclá vidrio, latas de aluminio y papel.
5 Compost
Empleá los desechos orgánicos para hacer compost que sirva de fertilizante para tus plantas.
6 Huerta orgánica
Tené tu propia huerta orgánica en tu casa, lo que te permitirá disponer, todo el año, de verduras frescas y sanas para preparar la comida diaria de forma sana y natural.
7 La vida en bici
Siempre que puedas evita circular en auto. Si las distancias que tenés que recorre son cortas elegí la bicicleta o caminar. Si no siempre es mejor utilizar los transportes públicos.
8 Alimentación sana
Adoptá una alimentación sana que incluya muchas frutas, verduras, cereales, hortalizas y semillas. Evitá los alimentos precocinados, envasados y embutidos.
62%

De argentinos verdes
Según el Greendex 2012, este es el porcentaje de argentinos que dicen evitar productos nocivos para el ambiente, generar poca basura, ahorrar energía y consumir productos verdes.
DIXIT

"Lo importante es darle la información a la gente para que entienda cuál es el problema y pueda actuar"
Rodrigo Castro Volpe
Presidente de dondereciclo.org

Fuente: La Nacion

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