Vaya coincidencia. El martes pasado la arquitecta Silvia Fajre alertaba en las páginas del suplemento de arquitectura de Clarín sobre la necesidad de mantener viva el área central de la Ciudad. El jueves fallecía, a los 84 años, el arquitecto José María Peña, nombrado Ciudadano Ilustre por la Legislatura en 2005 y, sin duda, el gran impulsor, custodio y podría decirse padrino del Casco Histórico porteño.
Peña fue pionero en los temas de patrimonio. De chico salía a registrar detalles de las casas con su máquina de fotografiar cajón, vicio que continuó y perfeccionó al ingresar a fines de los 50 al Instituto de Arte Americano de la Facultad e de Arquitectura de la UBA. Caminaba entre 100 y 140 cuadras por día, registrando y fotografiando edificios y casas de interés para estudiar la arquitectura de los siglos XIX y XX de Buenos Aires.
A mediado de los 60, cuando la Intendencia avanzaba con las expropiaciones para continuar la traza de la 9 de Julio se le ocurrió plantearle al secretario de Cultura recuperar puertas, balcones, mayólicas y otros elementos para documentar cómo vivían los porteños. Así nació en 1968 el Museo de la Ciudad. No sólo cuenta con el resultado de la demolición, también con utensilios, vajillas, objetos y muebles de donaciones que terminan de mostrar "donde, cómo y con qué comieron y bebieron los porteños".
En la misma sintonía, y como extensión al aire libre del Museo, creó la Feria de San Pedro Telmo que desde noviembre de 1970 funciona, bulliciosa, todos los domingos en la Plaza Dorrego. Destino imperdible para el turismo, allí se venden, compran y permutan antigüedades al compás de una variopinta oferta de espectáculos producidos por entrañables artistas callejeros.
Pero también este célebre Ciudadano Ilustre es uno de los grandes responsables de que aún tengamos algo de la Ciudad que fue. En plena dictadura, en 1979, logró no sin dificultades que se implementara la ordenanza de Protección del Casco Histórico. Algunos, en especial inversores e inmobiliarios con poca sensibilidad urbana o afán especulativo, lo acusaron de intentar convertir al centro histórico de la Ciudad en un museo y, así, condenarlo a su decadencia.
Sin embargo, lo que él sostenía es que "hay que mantener el carácter de un lugar y reforzar su significado". Y como muestra de amplitud de criterio decía que si en un área con valor patrimonial hay un lote vacío, lo que allí se construyera debía ser actual, en arquitectura contemporánea.
Justamente esa superposición de épocas, influencias y estilos es lo que le da un plus de valor y diferencia a Buenos Aires de cualquier ciudad. Como decía Peña, en una misma cuadra, podés tener una casa del 1900, de 1960 o de 1980. Y es esa riquísima variedad la que él defendió hasta sus últimos días.
Fuente: Clarín
Link: http://www.clarin.com/ciudades/Ciudad_de_Buenos_Aires-Jose_Maria_Pena-Museo_de_la_Ciudad-Feria_de_San_Telmo-aquitectura_0_1447055300.html
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